blog de la memoria histórica
A pesar de formar parte de los movimientos fascistas y del apoyo que se prestaron el nazismo, Mussolini y Franco finalmente los aliados dieron la espalda a la población española y toleró la dictadura de Francisco Franco como aliado en el anticomunismo
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En una entrevista de Ignacio Escolar al magistrado Joaquim Bosch, y ante la pregunta si la justicia española está secuestrada por los políticos en relación a por qué no se ha juzgado al franquismo, el magistrado contesta que “los familiares de las víctimas han acudido a los tres poderes del Estado: al legislativo, al ejecutivo y al judicial, pero ninguno de los tres ha dado respuesta a sus legítimas pretensiones. Esto se llama indefensión y está prohibida constitucionalmente”. La no atención de las demandas de los familiares de las víctimas está amparado en el silencio habido en lo que se refiere a los crímenes del franquismo. Crímenes que ya en 12 de diciembre de 1946 fueron condenados en las Resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la cual tras las reuniones mantenidas en san Francisco, Postdam y Londres concluyeron que:
“(a) En origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco es un régimen de carácter fascista, establecido en gran parte gracias a la ayuda recibida de la Alemania nazi de Hítler y de la Italia fascista de Mussolini;
(b) Durante la prolongada lucha de las Naciones Unidas contra Hítler y Mussolini, Franco, a pesar de las continuas protestas de los Aliados, prestó una ayuda considerable a las potencias enemigas. Primero, por ejemplo, de 1941 a 1945, la División de Infantería de la Legión Azul, la Legión Española de Voluntarios y la Escuadrilla Aérea Salvador, pelearon en el frente oriental contra la Rusia soviética. Segundo, en el verano de 1940, España se apoderó de Tánger en violación del estatuto internacional, y, debido a que España mantenía un importante ejército en el Marruecos español, gran cantidad de tropas aliadas quedó inmovilizada en el África del Norte;
(c) Pruebas incontrovertibles demuestran que Franco fue, con Hítler y Mussolini, parte culpable en la conspiración de guerra contra aquellos países que finalmente en el transcurso de la guerra mundial formaron el conjunto de las Naciones Unidas. Fue parte de la conspiración en que se pospondría la completa beligerancia de Franco hasta el momento que se acordara mutuamente”. Por ello se decidió que España no fuera admitida en el seno de Naciones Unidas mientras continuara el Régimen.
Aún más, Franco sí intentó entrar en la segunda guerra mundial, hecho que fue impedido por Hitler. En esa condena por Naciones Unidas sin duda iba implícita la represión que suponía la implantación de un régimen de terror, terror que se usó como consigna y a la que estuvo condenada la gran parte de la población española, pues ya el general Mola manifestaba “que hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías. Si vacilamos un momento y no procedemos con la máxima energía, no ganamos la partida. Todo aquel que ampare u oculte un sujeto comunista o del Frente Popular será pasado por las armas”. Terror que se mantuvo durante todo el largo período del franquismo y que produjo el pánico en todos los ciudadanos a hablar en libertad, lo que llevó al silencio más absoluto de las generaciones que sobrevivieron a la guerra de España y a sus descendientes. Había miedo a hablar de la familia, de los hechos y represiones que sufrieron, y una vez muerto el dictador vino la amnesia. Se trata de hacer borrón y cuenta nueva. Hoy día también unos herederos de ese terror quieren acabar con 26 millones de hijos de puta.
Efectivamente, España permaneció aislada durante un largo período de tiempo, pero luego los intereses geoestratégicos de la guerra fría abrieron las puertas al régimen y le facilitaron incorporarse a la comunidad internacional, aunque algunos países mantuvieron la ruptura de sus relaciones diplomáticas, como es el caso de Méjico, país por cierto de acogida de muchos exiliados españoles. Pero la condena que hizo Naciones Unidas al régimen de Franco se mantiene viva en su contenido ético, pues el franquismo no sólo no ha sido condenado expresamente por el Estado español, es que ni siquiera se menciona en el debate que se suscitó en la elaboración de la Constitución vigente de 1978. Sólo medidas cosméticas, declaraciones puntuales, y ello es así hasta el punto de que no se puede tratar el objeto principal de todo ello, que es que el sistema político en forma de Monarquía parlamentaria que tiene su origen en la designación por el dictador de la actual dinastía borbónica.
En materia de Derechos Humanos, el relator de Naciones Unidas Pablo de Grief señala que la situación de la que se parte en España es de una posición deliberadamente difundida por el franquismo que durante décadas ha impedido una confrontación abierta y directa con el pasado. En su informe se analizan las medidas adoptadas para que el análisis en la violación de derechos humanos se contemplen bajo los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición. Es decir, que aún a día de hoy no se ha producido no sólo la condena del franquismo, sino que no se han llevado a cabo actuaciones pedagógicas y de conocimiento a través de la enseñanza en institutos y universidades del período histórico que va desde el advenimiento democrático de la República, pasando por quién quiso la guerra de España, por el exilio de cientos de miles de españoles, de la deportación de muchos de ellos que incluso en los campos de concentración nazi perdieron hasta su nacionalidad, de la represión que hubo en el interior de familiares y amigos que defendieron el régimen legítimo de la República surgido de las urnas. Por tanto, aún se sigue manteniendo la deuda del conocimiento, es decir, de la verdad. También está pendiente el llevar a cabo la justicia derivada de delitos de lesa humanidad, delitos que en España no se pueden juzgar, de ahí que los familiares de las víctimas del franquismo tengan que trasladar sus demandas de justicia a Argentina, mientras aquí se reclama el que se proceda contra todo aquel dictador que haya violado derechos humanos en otros países. Es decir, el franquismo es inviolable, palabra que ahora se encuentra muy de moda. Ni qué decir tiene de la reparación. Sólo mencionar todos aquellos esclavos que llevaron a cabo obras para el franquismo para mejor y mayor beneficio de algunas de las grandes empresas que aún operan en este país, ni siquiera se ha planteado el resarcimiento por parte de las mismas a las víctimas de compensación de ninguna clase. Sólo son ejemplos, pues la lista es infinita de las repercusiones que el silencio sobre nuestro pasado impera de forma deliberada, pues no han sido cuarenta años de franquismo, han sido esos cuarenta más otros cuarenta más de la democracia instalada tras la transición.
Así, pues, Naciones Unidas, que ya condenó en 1946 al régimen franquista, con posterioridad y una vez instalado un régimen democrático vuelve a señalar al gobierno español debido al reiterado impedimento de la aplicación en materia de reparación en consonancia con la aplicación de derechos humanos, pues el Estado español nunca ha establecido una política de Estado de verdad, máxime cuando aún se encuentra vigente la Ley preconstitucional de Amnistía de 1977 y la teórica prescripción de delitos, una forma sin duda muy clara de que lo que se trata de verdad es de blanquear al franquismo, pues los delitos a los que se refieren no entra dentro del contexto de delitos contra la humanidad.
Mientras la condena en 1946 por Naciones Unidas se vio con el transcurso del tiempo superada por los efectos de la guerra fría, los derechos de las víctimas del franquismo siguen padeciendo los silencios impuestos. Muchos son los actos que los familiares en forma de agrupaciones y movimientos sociales se realizan para recuperar esa memoria no conocida, y aquí me quiero referir al movimiento de las stolpersteine, que en Madrid tiene dos mecenas extraordinarios como son Jesús Rodríguez y su esposa Isabel, los cuales con esas piedras del recuerdo consiguieron que mi madre Flora, con 95 años, pudiera colocar una en la calle de Huerta del Bayo, número 5, en homenaje a mi abuelo Juan Antonio García Acero que salió por el humo de la chimenea del campo de concentración de Gusen. Esa piedra sencilla significa que reposa en nuestra memoria y refleja el homenaje que debemos a todos aquellos que dieron su vida por la verdad, la justicia, la libertad y la democracia.
Juan Miguel Nogués García
Puedes descargar el texto de la condena en este enlace: https://drive.google.com/file/d/137NSH8UpwLpqyhr5WZc5hqQbFrNP56OK/view?usp=sharing