Francia y Venezuela, respectivamente, son los países que las acogieron tras su exilio de tierras españolas. Son Antonia Fontanillas y Concha Liaño, mujeres y anarquistas desde que eran muy jóvenes. La primera es coautora de la síntesis biográfica “Lola Iturbe (Vida e ideal de una luchadora anarquista)”. La segunda fue una de las fundadoras de la organización “Mujeres libres”.
Zaragoza las recibe esta semana para rendirles un homenaje por su labor en pro de los derechos de las mujeres en España. Para ello, el sindicato CGT ha organizado unas jornadas que se desarrollan hasta el sábado 20 de octubre en el Centro de Historia. Espontáneas, sin pelos en la lengua y ante un café, estas dos nonagenarias se retrotaen a los años anteriores y posteriores a la Guerra Civil para relatar su particular experiencia.
Pregunta.- ¿El anarquismo se lleva en las venas ?
Antonia Fontanillas (AF).- Vengo de abolengo anarquista, porque mi padre lo era y también mi abuelo, Martín Borrás, uno de los fundadores de “Tierra y Libertad”, el primer periódico anarquista elaborado en Barcelona. No creo que se herede, porque mis hermanos, con la misma influencia, no siguieron esa trayectoria. Yo además me formé a través de la lectura. A mi hijo me hubiera gustado inyectarle el virus, pero no ha sido posible.
Concha Liaño (CL).- Mi padre era columnista de “Solidaridad obrera”, periódico anarquista, sin embargo, lo que me formó ya desde muy joven fue ver injusticias sociales como la explotación de los obreros y el sometimiento de la mujer. Me uní a Juventudes Libertarias, donde encontré mucha gente que pensaba igual que yo.
P.- ¿Qué parte del pensamiento anarquista las conquistó ?
CL.- El valor esencial es la solidaridad, el tener conciencia de la ética y obrar de acuerdo con ella. También es tener afán de superación moral. Es un pensamiento bello, y los rebeldes que son partidarios de la acción directa son como un apéndice, pero no es la verdad del anarquismo. Creo que viví una etapa única y feliz porque nuestra vida tenía un sentido.
AF.- Su actitud contestataria, es más humano y se preocupa de que no prime la uniformidad en la sociedad, sino el derecho de ser diferente. Hay muchas personas que con sus actos son más anarquistas, aunque carezcan de formación ideológica, que los que pregonan serlo. Lo fundamental es promover esas ideas para extender la esencia del pensamiento.
P.- Sin embargo la organización ‘Mujeres libres’ no hablaba de ideología…
AF.- No, el objetivo iba más allá. Querían que los hombres comprendieran que nosotras teníamos derecho a tener derechos, independientemente de ser anarquistas o no. La mujer aceptaba el sometimiento porque no tenía otra salida, pero en el momento que había un resquicio, se agarraban a él.
P.- Y ahí estaba ‘Mujeres libres’ para orientarles…
CL.- La prioridad de la organización era que las mujeres se ilustraran para así conseguir su liberación económica, la base de su libertad. De otro modo tendrían que seguir sometidas. Nos asombrábamos de todas las mujeres que acudían.
P.- ¿Cuál es el germen de la organización ?
CL.- Por un lado, en 1936 un grupo de ocho mujeres, entre ellas la zaragozana Amparo Poch y Gascón, formamos la “Agrupación cultural femenina” en Barcelona. Queríamos liberar a las mujeres, aunque no teníamos muy claro cómo desarrollar nuestra idea. Llegamos incluso a dar un mitin en la Ciudad Condal, pero ni siquiera los compañeros de CNT nos tomaban en serio.
P.- Mientras tanto en Madrid también se iban sembrando semillas…
AF.- Se creó la revista “Mujeres libres”, que antes de la Guerra Civil ya había publicado tres números. Su objetivo era crear una organización nacional con el mismo objeto que perseguía la “Agrupación cultural femenina”, es decir, la superación de la mujer.
P.- Y es ahí cuando aparece Mercedes Comaposada…
CL.- Ella estaba en la revista y fue quien se puso en contacto con nosotras y nos ayudó a estructurarnos. Así fundamos la Federación Nacional de Mujeres Libres. Con veinte años organicé, con la ayuda de Juventudes Libertarias, todos los grupos de la organización en la región catalana.
P.- Lucía Sánchez Saornil también fue una de las fundadoras de “Mujeres libres”…
AF.- Es una mujer que merece una antología, y en ello estoy, aunque de momento sólo he escrito 25 páginas con todo lo que he averiguado sobre su vida. Trabajaba en la Telefónica, pero además fue la única mujer poeta que participó en el movimiento Ultraísta. Su obra tiene mucho valor porque era muy moderna y atrevida para la época, sobre todo porque tocaba el tema erótico. De ella voy a hablar el sábado en el Centro de Historia de Zaragoza en el marco de las jornadas homenaje.
Silvia Ainaga (aragondigital.es)