FECHA

El Archivo Militar, un tesoro olvidado al alcance de todos.
El recinto encierra entre sus paredes la historia militar contemporánea de España personalizada en individuos con nombre, apellidos y rostro y cuya huella puede seguirse con gran facilidad gracias a la encomiable labor que realizan día tras día sus archiveros con el fin de dar un sentido a los millones de legajos y expedientes que ocupan sus más de 20 kilómetros de estanterías. Y es que la historia cobra vida en el Archivo Militar.

– Guadalajara Dosmil : MARTA Mª REBOLLAR/ 11/10/2007

Guadalajara esconde en su interior numeros tesoros que pacientemente aguardan a que algún intrépido aventurero se atreva a cercarse a ellos. Éste es el caso del Archivo Militar de la ciudad, un edificio conocido por todos los guadalajareños, no así su imponente contenido. El recinto encierra entre sus paredes la historia militar contemporánea de España personalizada en individuos con nombre, apellidos y rostro y cuya huella puede seguirse con gran facilidad gracias a la encomiable labor que realizan día tras día sus archiveros con el fin de dar un sentido a los millones de legajos y expedientes que ocupan sus más de 20 kilómetros de estanterías. Y es que la historia cobra vida en el Archivo Militar.

Nunca el interior de un edificio ha guardado tanta vida entre sus cuatro paredes como lo hace el actual Archivo Militar de Guadalajara. Entre las diversas estancias del antiguo Acuartelamiento de San Fernando dormita parte de la historia contemporánea de nuestro país, la historia olvidada de miles de personas de carne y hueso que de manera anónima contribuyeron a hacer de España lo que hoy en día es.

No en vano el Archivo de Guadalajara es uno de los más importantes de España y en él se da cita toda la documentación relacionada con la historia militar del país de desde el siglo XIX hasta el siglo XX, pasando por algunos documentos que datan del siglo XVIII. Hojas de servicio militar, documentación relacionada con batallones de trabajo, campos de concentración e, incluso, revisión de sentencias de consejos de guerra…en total más de 20 kilómetros de estanterías que albergan miles y miles de legajos, “el número de expedientes que encontramos sería difícil de determinar, sabemos el número de legajos o unidades de instalación que rondan los 120.000, lo que lo convierte en uno de los archivos más grandes de España en cuanto a número de documentación”, comenta con orgullo el director técnico del Archivo, Francisco Javier López Jiménez, quien con la serenidad de un experto nos relata la evolución del Archivo unida al devenir del país.

La vida de esta base documental comienza cuando en 1967 el Archivo del Ministerio del Ejército de Madrid comienza a quedarse pequeño ante la cantidad de material tratado. Es entonces cuando se recurre al antiguo acuartelamiento como depósito documental en el que almacenar y conservar todos esos archivos “sobrantes”. De hecho, los primeros documentos recibidos corresponden a la colonia de Guinea tras su independencia en el año 1968. Pese a todo ello no fue hasta 1980 cuando el Archivo comienza a funcionar como tal.

La vida de todos aquellos que jugaron un papel en la historia de España se reparte en 8 depósitos entre los cuales puede hallarse, entre otras informaciones, la documentación de tropa o, lo que es lo mismo, la trayectoria militar de todo varón que normalmente se correspondía con el servicio militar y que antiguamente duraba 18 años. Las primeras series continuas datan de 1837, 25 años después de la instauración del servicio militar por las Cortes de Cádiz.

Pero el Archivo guarda en su interior muchas otras joyas de incomparable valor. Quizá una de las más especiales sea toda la información referente a la Guerra Civil. En varios de estos depósitos se encuentra un importante número de expedientes de pena de muerte, unos 17.000, y penas ordinarias, cuya cifra se halla cerca de los 135.000. “En cuanto a ejecutados no encontramos más que referencias indirectas ya que el documento de causa o sumario depende de los Tribunales Militares”, explica López Jiménez quien asegura que todas esas alusiones casuales también quedan registradas para su uso.

Debido al afán del Archivo Militar de dar a conocer su legado histórico, estos depósitos cuentan con información adicional para los investigadores acerca de cómo funcionaban las “instituciones de la represión”. Índices de firma de ministros, donde aparece si las conmutaciones de pena han sido aprobadas o por el contrario rechazadas, índices de firma del auditor, certificaciones definitivas y sumarios y causas, son algunos de los documentos que facilitan contextualizar un expediente determinado. Pero el depósito va más allá y y entre sus filas y filas alimentadas con documentos perfectamente ordenados se hallan un total de 1659 cajas repletas de telegramas entre administraciones donde se comunicaban las condenas y las libertades de los presos. López Jiménez muestra la importancia de todas estas referencias ya que “es una información muy interesante y deseamos que la gente trabaje con ella ya que suponen datos muy fehacientes, de hecho, ya se han hecho trabajos sobre mujeres condenadas a pena de muerte en Madrid, por ejemplo”.

Todas estas personas condenadas a prisión habían sido juzgadas por un Consejo de Guerra, sin embargo aquellos que habían tenido un juicio de clasificación política y eran considerado “desafectos” terminaban en campos de concentración y batallones de trabajadores, una información que, por su puesto, también puede ser fácilmente localizada y puesta a disposición de los investigadores.

Un brillo especial aparece en el edificio cuando se habla de un campo de concentración en concreto, el de Miranda de Ebro. En este campo de concentración iban a parar todos aquellos extranjeros que, huyendo de la II Guerra Mundial, cruzaban los Pirineos con el fin de alcanzar el otro lado del charco. Pero en plena montaña les espera la Guardia Civil que les capturaba para llevarlos posteriormente a este campo. Una vez allí se procedía a realizar una ficha de cada individuo donde se les hacía un interrogatorio acerca de su profesión, documentación o el itinerario seguido para conseguir así una mayor información acerca de la situación fuera de las fronteras españolas.

Este fondo documental concreto ya ha recibido el interés de numerosos extranjeros que quieren recuperar una parte de su historia perdida en la memoria de los tiempos de un país ajeno para ellos. No en vano, se conservan 17.000 expedientes de extranjeros provenientes de 70 paises de los cinco continentes. Al abrir algunos de estos documentos las miradas en color sepia y blanco y negro de los refugiados resaltan entre palabras, de una tinta más clara de lo que lo fue antaño, donde se especifican todos los datos del “protagonista”.Francisco Javier nos cuenta que las fotos que faltan en algunos expedientes quedan recogidas en otra caja con el fin de evitar sustracciones.

Todos este material puede ser consultado por cualquier persona ya que el Archivo tiene la labor de conservarlos y facilitar el acceso a ellos. Por este motivo todos los documentos se encuentran perfectamente localizados gracias a la maquinaria puesta en marcha desde el mismo momento en el que un documento llega hasta el centro. Lo primero que hay que hacer, nos cuenta, López Jiménez, es “individualizar cada expediente tras lo cual se genera una base de datos y se procede a informatizarlo”, asegura el director técnico del archivo. El siguiente paso será digitalizar todo este material aunque el proceso será largo y minucioso. Sin embargo, esta ardua labor no desanima a los archiveros que, muy lejos de sentirse exhaustos, trabajan con dedicación frente a cada documento para poder ofrecérselo en perfectas condiciones a todo aquel que lo solicita, En los últimos años estas peticiones han ido en aumento tal y como ratifica el director, “desde 1992 llevamos tramitando un importante número de solicitudes de gente que estuvo en campos de concentración y batallones de guerra, debido a las ayudas que algunas comunidades autónomas ofrecen” . Estas ayudas se otorgan a todos aquellos que demuestren que fueron privados de libertad durante el franquismo debido a causas políticas. Por ello, desde el archivo se nos recalca la importancia de conservar toda esta documentación ya que a la función histórica reclamada por los investigadores hay que sumarle una función administrativa de gran relevancia y utilidad.

Sin embargo, a pesar de facilitar todos los documentos solicitados, el archivo cumple minuciosamente determinadas reglas, “si el interesado está vivo tiene que autorizar la consulta en los 25 años siguientes a la fecha de expedición del expediente. Si consideramos que el interesado ha muerto se aplican los 50 años”, concluye López Jiménez.

Un cuidado especial La información recabada en los distintos depósito son de un gran valor, por este motivo encontramos distintos sistemas de seguridad como duchas o lámparas de aviso que, en caso de alarma, sueltan un gas que elimina el oxígeno de la atmósfera de la habitación evitando la combustión.

Pero además de las “máquinas”, en la preservación de documentos trabajan en la actualidad 40 civiles y 10 militares. El director del Archivo, el coronel Luis Torres, es uno de los mayores implicados en la divulgación de este “patrimonio”. Desde su llegada al nuevo cargo hace tan sólo unos meses ha puesto en funcionamiento todos los medios a su alcance para hacer partícipe a Guadalajara del archivo, “todo el mundo en la ciudad lo conoce como el “jardín de los pavos” pero muy poca gente sabe que en su interior se halla uno de los archivos militares más importantes de España y mi labor como director es no dejar olvidado un lugar como este”, destaca el coronel Torres.

Demasiada información reedescubierta para tan poca atención. Quizá cuando en Guadalajara nos quejamos de la poca atención prestada a nuestros “tesoros” deberíamos hacer examen de conciencia y pensar si nosotros mismos somos conscientes de todo lo que tenemos al alcance de nuestra mano y no somos capaces de disfrutar.

¿sabías qué… ?

El Archivo guarda el expediente de pena de muerte de Antonio Buero Vallejo Entre los 17.000 expedientes de condenados a penas de muerte que se recogen en el Archivo Militar de Guadalajara destaca el singular legajo que recoge la resolución de condenar a la pena capital al dramaturgo Antonio Buero Vallejo por “rojo”. La decisión fue tomada por el Consejo de Guerra número 1el 16 de Enero de 1940 .

Finalmente la pena fue conmutada por la de 30 años de prisión que, posteriormente fueron rebajados a 20 años y un día.

Este hecho suponía la libertad condicional para este alcarreño en cuya ficha figura como lugar de nacimiento Madrid.

Otros ilustres personajes de la vida española como Julián Besteiro o Miguel Hernández también encuentran su ficha entre los miles de documentos anónimos del Archivo.

El pueblo de Embid de Molina avaló a unos vecinos condenados por el régimen Parece ser que era una práctica habitual que los amigos y familiares de los condenados por el régimen franquista, incluso los curas de su pueblo, se dirigieran a las autoridades militares con el fin de intentar reducir la pena impuesta a estas personas. En estos casos se enviaban firmas en las que se acreditaba el buen nombre del condenado o condenados en cuestión.

La mayoría de los documentos pertenecientes a esta práctica que se encuentran en el Archivo proceden de la zona del norte de España pero la provincia de Guadalajara no fue una excepción y entre los legajos podemos encontrar el caso de la localidad de Embid de Molina, cuyos vecinos firmaron un aval en favor de unos vecinos del municipio apresados por el régimen franquista.

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